¿Hay algo mejor que el optimismo?

En una sociedad en la que está de moda ser optimista y en la que se nos enseña que el pensamiento positivo traerá la felicidad, parece que no serlo se considera una marca de fracaso.

Seguramente habrás oído frases como estas:

«Si quieres una vida mejor, deja de quejarte y sé optimista».

“Si quieres ser más feliz, deja de ser tan negativo y sé más positivo».

«El camino del éxito pasa por ser positivo y no dejar que nada te desanime».

«Si quieres tener un mejor matrimonio, tienes que dejar de ser tan negativo con tu pareja».

«No es tu culpa que te sientas tan mal, sólo tienes que cambiar tus pensamientos y serás feliz».

¿Será verdad? ¿Es el optimismo la mejor elección?

El optimismo es una idea que existe desde hace mucho tiempo. El término se acuñó en 1651. Los optimistas creen que las cosas van a salir bien o a su manera, y hay quien piensa que esto los convierte en ilusos. Por el otro lado, el pesimismo, dejando las cosas buenas y ponernos en lo peor, no es algo que nos puede ayudar. Lo que tienen en común estos dos extremos es ignorar la realidad y aceptar como validos unos pensamientos construidos sobre fantasía.

Ronald Siegel, profesor asistente de psicología en la Escuela de Medicina de Harvard y editor médico del Harvard Special Health Report, Positive Psychology afirma que “Mejor que cultivar un optimismo artificial es ver la situación y el mundo de manera realista».

En lugar de quedarnos con catalogar los resultados como positivos o negativos, nos conviene centrarnos más en la realidad y en mejorar nuestra resiliencia. Tener esperanza es una opción mucho más realista, y es algo que puedes construir en tu vida. Creer en nosotros mismos es mucho más saludable y aumenta las probabilidades de estar preparados para las cosas buenas o malas que nos encontremos en el camino.

¿Y cómo encontrar la esperanza en momentos inseguros?

Centrarnos en el presente. Cuando el pasado o el futuro empiezan a colarse en el momento presente, la mente puede verse abrumada con facilidad. Los recuerdos o las preocupaciones por los objetivos incumplidos pueden impedirte estar en aquí y el ahora. ¿Qué está pasando alrededor tuyo? ¿Que sientes ahora?

Reforzar nuestras conexiones sociales. Seamos o no conscientes de ello, el aislamiento social puede ser perjudicial para nuestra salud. Según las investigaciones, cuando estamos rodeados de un apoyo social fuerte, tenemos más probabilidades de vivir una vida más larga y saludable.

Identificarnos con algo más grande que nosotros. Una puesta de sol, el mar, un cuadro, la religión, la historia o la música nos hace detenernos y mirar la vida de forma diferente. Nos permite ver más profundamente el mundo que nos rodea. Cuando nos conectamos con algo más grande que nosotros mismos podemos dejar de aferrarnos a un resultado en particular y ver las cosas en su conjunto.

Encontrar cosas que nos den sentido a la vida. Para encontrarlas hay que averiguar cuál es el «sentido» para nosotros. Para cada persona es diferente y cambia con el tiempo. Puedes encontrarlo en tu familia, tus amigos, tu carrera o tu comunidad. Puede ser cualquier cosa que te hace comprometerte con una actividad importante para ti.

Cambiar la manera de pensar en términos positivos o negativos no es fácil. Pero lo más importante es darse cuenta de que es posible. El cambio es un proceso, y lo primero que tienes que hacer es identificar lo que quieres cambiar. Se necesita tiempo para que nuevos hábitos reemplacen las viejas formas de pensar. Aun empezando con pequeños cambios, puedes hacer una gran diferencia en tu bienestar.

 

Referencias:

https://www.health.harvard.edu/mind-and-mood/an-outlook-better-than-optimism